Cosas en que invierto la plata #93

Mi última lata incluso tenía un guiño a los gatos.

Si la Coca Cola es una droga como dice tanta gente, al menos yo no tengo este vicio. Tomo en promedio dos o tres veces al mes y creo que la última lata la compré luego de dos semanas sin probar ni un poco.

No voy a decir que la detesto porque igual es rica, pero fui criada con esa idea de que las botellas de bebida son para ocasiones especiales y no consumo diario.

Además siempre he pensado que tragar Coca Cola es algo extraño, porque te estás echando en el cuerpo algo de color negro (o café muy oscuro) y en las películas los venenos son siempre de esos tonos. Por si fuera poco, creo que todo el mundo ha escuchado o visto esas historias de que supuestamente desintegra metales, sirve para limpiar motores de autos y erosiona los huesos, pero no sé, supongo que a lo lejos no es tan dañina. Espero.

De todas formas es la única que compro y aunque conozco de sobra las otras marcas, me las salto olímpicamente en el supermercado por las siguientes razones:

Sprite: Siento que es un poco hipócrita la Sprite, como si todo el tiempo dijera “ay, soy tan transparente y natural”. Mentira, tiene el mismo nivel de azúcar e ingredientes impronunciables que el resto. Por último con los colores fosforescentes de las otras uno sabe a qué atenerse, pero esta es un lobo disfrazado con piel de oveja.

Fanta: No me gusta porque es muy dulce, pero las pocas veces que la he mezclado con cerveza (en el clásico fanschop), siento que ahí sí que vale la pena.

Bilz y Pap: No sé si será por la campaña publicitaria de Billy y Mike, pero no puedo relacionar Bilz y Pap con otro público que no sea infantil. Pap me queda claro que es de papaya, pero nunca he tenido claro de qué sabor se supone que es la Bilz ni por qué se llama así.

Canada Dry: Aplíquese lo mismo que para Sprite.

Inca Kola: Encuentro genial que Coca Cola no haya podido imponer su producto estrella como lo hizo en tantos otros países –incluido Chile por supuesto- y en cambio haya tenido que comprar la marca para poder ingresar al mercado peruano. No me gusta porque la encuentro muy dulce, Wikipedia acaba de contarme además que su fórmula es secreta y huele a hierba luisa.

Kem Piña: Reconozco que su campaña publicitaria tiene efecto, porque escucho su nombre y la relaciono en dos segundos con playas y palmeras. Tengo pegada la canción del “nananananana”, pero la verdad es que hace años que no la pruebo.

Limón Soda: Me gustaba cuando era niña sobre todo por el sabor a limón, pero ahora me pasa igual que con la Kem Piña, mucho tiempo de lejanía, tanto que ni siquiera la extraño.

Pepsi: No me gusta, la siento más aguada que la Coca Cola y no sé, deja un sabor diferente en la boca que no me agrada. Me acuerdo que hace tiempo sacaron una versión con limón, la cosa más asquerosa de la vida.

EXTRA:

Quiero hacer un comentario sobre esta sección, es algo que vengo pensando hace rato. Varias veces he pensado en sacarla del blog porque pienso que se va a agotar, nadie se compra tantas cosas y a veces siento que los temas son reiterativos. Y justo estoy en esa parada cuando se me ocurre una idea nueva y digo “ya, dejémosla un rato más”. ¿Qué opinan? ¿La dejo con vida o lo hago parecer un accidente?

Esta sección se llama “Cosas en que invierto la plata”. Y no, no se trata del dividendo, las cuentas básicas, el cable y el supermercado. Esos son los pagos obligatorios, pero lo que a mí me hace realmente feliz es poder comprar cosas pequeñas y bonitas que alegran la vida (aunque muchas veces no sé si son tan útiles). Acá hay mucho de Ebay (mi perdición), pero también de tiendas chilenas y lo que más me gusta, emprendedores locales que venden por internet y son secas.