Sobre los paseos y las sorpresas

Ayer comentaba sobre lo mucho que me gusta caminar por Santiago, ir a pie a algún lugar siempre será mi primera opción versus micro o metro si tengo el tiempo y no es una distancia tan terrible.

Para terminar la semana, el viernes pasado quedamos con pololo de ir a comer a Ciudad Fritos, un local de pescado y papas ídem que queda en Ñuñoa y nos encanta. Yo trabajo cerca del metro Tobalaba y como tenía una hora y media de tiempo, me fui caminando muy lento hacia el sur por avenida Holanda. Fue la mejor decisión de la vida y el paseo más entretenido e improvisado del mundo. Tomé fotos de todo lo que vi.

Lo primero que encontré durante el recorrido fue la casa de mis sueños. Me agrada el color, los maceteros con flores en las ventanas, las cortinas blancas, la puerta de entrada… todo.

Estas flores tan bonitas las vi en una tienda de plantas. No sé cómo se llaman, pero las quiero.

Me crucé con una casa que estaba haciendo una venta de garage y entré a mirar. No me gustó nada, pero la señora que la organizaba era muy simpática y estuvimos conversando un rato.

Se estaba cambiando a un departamento y quería hacer orden, así que tenía mucha oferta de cosas.

Iba pasando por otra casa cualquiera cuando miro bien y veo a dos collies. Me encantan estos perros, me crié con uno que era blanco con negro, se llamaba Rey y tengo marcado el momento en que murió. Fue muy triste para todos y la primera mascota que recuerdo haber perdido siendo niña. Estos dos me tinca que eran hembras y querían puro hacer nuevas amistades. ¿Les hice cariño? Sí. ¿Me ladraron? No.

Llegué a Av. Holanda con Jaime Guzmán Errazuriz y me di cuenta de que estaba a dos cuadras de Campus Oriente! Cómo no iba a entrar, si acá estudié los tres primeros años de la carrera (luego nos cambiaron de sede a la Alameda). Tengo tantos, pero tantos recuerdos de este lugar: las buenas amigas que conocí y aún mantengo; los jardines de atrás donde lloré por las malas notas del comienzo y luego celebré pasar los ramos; acá usé por primera vez en mi vida en un computador con internet… muchas cosas. Como era viernes por la tarde había poquísima gente, todas las fotos que vienen a continuación hacen pensar que es un campus fantasma.

Lo que se ve al fondo es la entrada de la biblioteca. Qué nostalgia, saqué tantos libros de aquí.

Este era el pasillo más frecuentado por los alumnos de Periodismo. A la derecha estaba la sala de computación y también era punto de encuentro. Ahora lo usa la gente de Teatro.

Esta era la vista que teníamos desde el pasillo anterior. Si uno se topaba con un compañero caminando por abajo aprovechaba de saludarlo.

Esta sala es la N1 (naranja 1) y junto con la A4 (azul) una de las más repetidas para cada clase. Helada como todo el campus, sobre todo en invierno.

Este era en mis tiempos el patio de la Facultad de Historia. Me gustaba porque estaba semi oculto y casi nadie lo visitaba. Era ideal para estar solo si uno lo necesitaba.

Como sabía exactamente dónde estaban, aproveché de ir al baño gratis (es genial ir a un lugar público para estos casos) y me topé con esta frase.

Cuando salí me topé con este amigo gato que estaba durmiendo, pero después despertó y me miró con cara de indiferencia. El collar que usa en el cuello tiene grabado el celular de su amo.

Me gusta mirar las tiendas que venden cosas de plástico. Esas regaderas de abajo con formas de animales me encantaron, la verde era de dinosaurio!

Y después de todo, llegó el premio. Es muy bueno este local, sirven la comida en el estilo del fish & chips de Inglaterra y la música es muy ad hoc: The Smiths, The Who, David Bowie, etc. Uno puede pedir el plato con dos salsas a elección, mis favoritas son la de guacamole y aliolí.